miércoles, 17 de julio de 2019

Zapatos rotos

Hola, he tardado algún tiempo en escribirte, sin embargo, déjame decirte que en este tiempo he estado reflexionando sobre qué contarte... Tengo mucho que compartirte, pero quiero relatarte las historias más increíbles que me han ocurrido; pensé en un inicio, contarte sobre aquella vez que me tocó cubrir una explosión de pólvora en un sótano de una casa, donde una mamá y sus dos niños fallecieron o cuando fui al velorio de un niño de tres años, asesinado por una bala perdida a manos de un oficial de policía, o bien en esa ocasión que estuve en el backstage de mi banda favorita antes de iniciar un concierto. Aún así caí en cuenta, que historias como esas las has leído comúnmente en el periódico, escuchado en la radio o bien, visto en televisión.
Entonces creo es tiempo ya de comenzar a narrarte, donde inicia el fin de mi historia como "reportera" y tranquilo, que son tantas experiencias que al final estarás de acuerdo conmigo en que esa era la decisión correcta. Así que comencemos, con una aventura más:
23 de febrero, 2014. La entrada del nuevo año había traído a las noticias, algo de tranquilidad, nada nuevo en realidad, un poco más de lo mismo, conteo de los asesinados en el estado, recuento de la mala administración actual, en fin, cosas rutinarias que cada año inician, salvo a unos rumores que acontecían en la ciudad, se hablaba pues de que el Chapo Guzmán, andaba merodeando la ciudad de Culiacán, que a sus pasos lo seguía la Marina, el ejército y cualquier autoridad, ¿Por qué? Nadie lo sabía a ciencia cierta, el capo, uno de los más buscados del mundo, se había mantenido por muchos años en las sombras, todos acá sabíamos que gracias a colaboraciones políticas, el seguía trabajando "por debajo del agua" pero estos últimos días, los medios nacionales e incluso los locales le hacían mucho revuelo a los supuestos operativos; para ser sincera hacía tiempo que las corporaciones rondaban tanto las calles que era prácticamente normal ver pasar por aquí y por allá tantas patrullas repletas de policías y de soldados, habíamos pues, casi perdido el miedo, ya era un paisaje dentro de la vida cotidiana.
Este día era sábado, un típico día de guardia para mi, hacía un buen tiempo que los fines de semana eran totalmente pacíficos, unas cuantas horas en la oficina y terminaría mi jornada laboral, o esa era lo que pensaba cuando me levanté, me puse un lindo pantalón de mezclilla color azul cielo, unos bonitos flats que acababa de comprar apenas unos 3 días atrás, una bonita blusa blanca, mi cabello que comúnmente estaba alborotado lo había peinado, era un sábado, al fin y al cabo saliendo del trabajo iría a comer con amigos.
Llegué muy mona esa mañana a la oficina, me sentía totalmente femenina y contenta porque según mi pensamiento ese día si andaba "muy bonita", hice lo que siempre hago, prendí mi ordenador Mac, la televisión, saludé a Anita y me pareció un poco extraño que dijera que Gabo vendría pronto por la mañana. ¿Tan temprano? le pregunté, que raro, ya vez que él nunca se levanta temprano para venir, no le di importancia, claro él era el jefe y podía llegar temprano y tarde cuantas veces quisiera.
Gabo llegó mas o menos una hora después que nosotros, nos saludó con su típico ¡Hola Anita, Hola Moni! y salió disparado para el área de Redacción del periódico. Luego llegó unos minutos más tarde, entró a la cabina de radio y nos llamó: -Me acaban de avisar que va haber un recorrido por unas casas de seguridad-. Y nos miró atento a las dos. Para ser sincera me emocioné un poco pero me quedé callada. Que dicen que esas casas tienen túneles y que eran del Chapo o no sé de quien chingados, va haber un recorrido, va ir Memo de fotografía y un reportero. ¿Entonces vas Moni? me preguntó y afirmó a la vez, mis ojos se hicieron grandes, yo no iba vestida adecuadamente para una caminata, pero no me quedó más que decir que si. ¡Si Gabo, yo voy!.
Salí de mi oficina cargada de una mochila que sólo llevaba una botella de agua, una tablet y un tripié portatil, esperé a Memo el fotógrafo y a Alejandro, un joven reportero. Tomamos nuestro camino, no recuerdo bien si fue en taxi, en algún vehículo de la empresa o en camión, pero si te diré que nuestro trayecto estuvo lleno de pláticas sobre los supuestos rumores, que el Chapo Guzmán, uno de los más buscados se había escapado de la policía. Me parecía tan inverosímil creer que andaríamos donde este supuesto hombre andaba, que no sabía si tomarlo con emoción real, o miedo.
Nos bajamos por allá a las orillas de la ciudad, la colonia "Libertad" me pareció de esos lugares donde todo mundo te parece sospechoso, dónde las motos ruidosas sin placas abundan con mas frecuencia, dónde puedes verle una extraña mirada a los jóvenes y que la gente por lo general voltea a observar cada cosa que sucede. Nuestra llegada fue rápida, puesto que nuestro guía que era el reportero, sabía bien en qué lugar se encontraba la casa asegurada. Caminamos apenas unas dos cuadras y pronto vimos una cinta amarilla, junto a una gran calca que decía "ASEGURADO", era una construcción grande, pero sencilla, de paredes blancas, un portón eléctrico gris oscuro para la cochera, una puerta metálica entre abierta y un timbre puesto a un lado de la manija, en automático nos asomamos por la puerta entreabierta, adentro sólo había un patio bien hecho, y más al fondo una puerta a la que por supuesto no nos atrevimos a cruzar. El avistamiento parecía muy normal, y en realidad para mi gusto no había nada que documentar, yo solo iba armada de una tablet, tomé unas cuantas fotos y espere a ver la reacción de mis compañeros que tampoco se miraban nada sorprendidos.
Ellos se voltearon en silencio, yo los seguí por detrás y tan sólo en unos cuantos pasos nos encontramos de frente a un colega que trabajaba en una televisora local, todos nos saludamos con gusto y rápidamente nos preguntó si también nos dirigíamos a los túneles ¿Túneles? ¿Cuales túneles? Nos preguntamos todos con una sonrisa bien armada, casi incrédulos. -Pues los túneles por donde se escapó el Chapo-. nos contestó sonriendo el camarógrafo. Todos nos miramos al mismo tiempo, sorprendidos, entonces Memo o como yo le decía, Memito preguntó: ¿Vamos? ¡Vamos! fue lo único que dijimos los tres, nuestro amigo camarografo nos guió la ruta más cercana para llegar al inicio del túnel; mientras caminabamos, pude darme cuenta que él llevaba en su pantalón una lámpara y traía puestas unas botas de hule. Dios santo, pensé, ¡mis zapatos!
Eran nuevos y te confieso que mi sueldo no era el mejor, valoraba cada artículo que adquiría; sin embargo, no había marcha atrás, necesitaba hacer el video sobre el recorrido de los túneles, aunque eso significara sacrificar toda la "feminidad" de ese día. Total, la experiencia valdría más que todo lo material, caminamos unas cuantas cuadras, por la colonia, hasta llegar a un drenaje pluvial con poca agua, mucha basura pero totalmente pavimentado, se miraba hondo, unos dos metros para ser exacta, ahí mismo estaba ya una joven delgada de cabello rubio, cara afilada, cargada también de botas de hule y una buena lámpara. Me parecía curioso que dada las circunstancias del evento, estuviera sola; la saludamos cordialmente y ella se identificó como reportera del periódico ELUNIVERSAL. Me sorprendí mucho, ¿Quién no conoce ElUniversal? -¿Cómo vamos a bajar?-. le pregunté a Memo, él sólo se me miró sarcásticamente diciéndome que la única forma era arrastrándonos. En fin, pensé, que importaban ya mis zapatos nuevo, mi pantalón azul claro y mi blusa blanca, si habría que bajar, bajaríamos.
Primero mis compañeros se acostaron sobre el suelo polvoso, se pusieron de espaldas y bajaron lentamente hasta donde sus brazos alcanzaron, dieron un estrépito brinco y cayeron sobre el asfalto lamoso, lleno de basura y mucha tierra; luego, bajó la reportera del Universal y por último yo. Totalmente resignada, me acosté al igual que ellos, vi como mi ropa limpia y clara se llenaban de mugre, como mi cabello recién peinado se arrastraba también... me puse de espaldas y con ayuda de Memo el fotógrafo, brinqué para caer al fondo. Inmediatamente observé como mis zapatos nuevos se llenaron de agua, basura y tierra, ya no había nada que hacer, los zapatos estarían rotos al final del recorrido y obviamente no servirían más.
Comenzamos la caminata por el drenaje, aún con el cielo sobre nuestras cabezas, sabíamos más o menos a donde ir, porque frente a nosotros estaba la entrada del túnel, pronto comenzaría la oscuridad. Debíamos tener inmenso cuidado, si no queríamos salir heridos o sin equipo, puesto que durante el camino no tendríamos más que una lámpara para guiarnos.
A zancadas y tratando de no pisar vidrios para no lastimarnos, pues quién sabe que habría adentro, avanzábamos, la entrada se hacía más grande a nuestros ojos; en ese momento la adrenalina, la curiosidad, la emoción de la aventura recorrieron con velocidad mi cuerpo y mil preguntas con respuestas abiertas a cualquier posibilidad llegaban a mi cabeza... en un par de minutos, entramos al túnel, y poco a poco la luz solar se fue terminando así como el ruido de la ciudad, estábamos por debajo de las casas. De repente, silencio total, el sonido del agua al pisar, y el eco de nuestras voces comenzó a sonar.
Seguimos andando, en el transcurso, hablábamos un poco, tocábamos las paredes para caminar con más sigilo, mirábamos hacia arriba, abajo, a los lados... cualquier cosa podría estar ahí dentro: una rata, culebras, varillas, vidrios e incluso más personas. ¿Quién nos aseguraba que nuestro recorrido era seguro? el ambiente en Sinaloa últimamente había estado tenso, la inseguridad y la violencia había tenido un gran repunte. Nuestra aventura era una vez más, algo peligrosa.
Luego de caminar entre el agua y la basura, surgió una luz, una luz que se convirtió en una alcantarilla, podíamos observar sobre nuestros ojos como por arriba pasaban autos, gente y motos. Sin duda alguna, aquí fácilmente cabía una docena de personas de estatura promedio, el espacio era amplio, el ambiente perfecto, tenía ventilación suficiente con estas entradas.
Después de unos 5 minutos de documentar el tipo de alcantarilla, lo que había ahí o lo que no, seguimos nuestro camino, una vez más la lámpara de mano sería nuestra única guía, la única que nos cuidaría de las alimañas, los vidrios o las varillas... tan pronto avanzamos unos metros pudimos percatarnos que el techo se iba haciendo un poco más estrecho, hasta el punto de tener que caminar casi a gatas, era complicado, pues ninguno tenía la condición necesaria para caminar tramos largos así, aquí había basura y lodo a nuestros pies, además teníamos equipo fotográfico y en sí el mismo peso de nuestro cuerpo lo complicaba, aún con ello seguimos andando, pronto pudimos observar una nueva salida, en esta ocasión no se trataba de una alcantarilla, era una salida, había cielo y es que este drenaje atravesaba calles y viviendas. Salimos al sol, este nos encandiló totalmente, adentro la oscuridad realmente se notaba, descansamos con un estirón nuestras espaldas, y continuamos nuestra caminata entre la basura. -¿Faltará mucho?-. Pregunté viendo como mis pies ya se arrugaban por el agua. -No creo, yo pienso que por aquí debe de estar la entrada a la casa de donde se escaparon-.
Ingresamos, de nuevo: penumbra total, chasquidos del agua, eco de nuestras voces, más basura, más lodo; hasta que de repente apareció una doble entrada. Nos paramos en seco, porque como en las películas, debíamos escoger, un camino llevaba a la entrada secreta, el otro no llevaba a ningún lado.
El instinto nos hizo ir por la derecha, en silencio, anduvimos unos 200 metros más, tocando paredes para evitar herirnos, en un instante nuestro recorrido podría terminarse si no nos cuidábamos. La reportera del Universal alusaba en zig zag, intentando cuidar nuestro caminar, en un movimiento de la lámpara, algo brilloso color amarillo se distinguía al fondo, caminamos a zancadas más rápido, curiosos de ver y tocar con nuestras manos lo que pensábamos que era: Una puerta secreta.
Llegamos tan rápido como el camino nos los permitió, la adrenalina, la peculiaridad, tantas emociones juntas. ¿Existían realmente los pasadizos secretos? Tantos deseos de tener uno en casa, porque así lo pintabas las películas y ahora yo estaba ahí para verlo con mis propios ojos. -¡Oh por dios!-. Pensé, es que ¿esto de verdad? no me lo esperaba. No me esperaba ver una puerta muy vieja, pesada, oxidada, con una escotilla como en las películas, no lo podía creer.
La puerta era pequeña, sólo podía entrar una persona a la vez, estaba semi abierta cuando llegamos, mi compañero, Memo, el más valiente, como siempre, se animó a abrirla, al fondo, había un pasillo de unos 2 metros de largo tableado de paredes y techo, también había luz, extensiones de cables con focos para poder caminar sobre el pasadizo, una escoba vieja y una lámpara de emergencia.
Me sentía tan extasiada, tan emocionada, algo tan increíble, una parte de mi niña interior brincaba de felicidad, ¡una puerta secreta! decía en mi mente una y otra vez, una puerta con un pasadizo. Nunca olvidaré eso. Tomamos suficientes fotos, videos, incluso selfies, reíamos bajo, pues habíamos encontrado el tesoro que estábamos buscando.
La reportera del Universal, supuso que era buena idea entrar al pasillo e incluso le parecía bueno entrar a la casa cateada, ella era de la Ciudad de México, no entendía la dimensión de lo peligroso que eso sonaba, para ser sincera era una idea muy estúpida, hasta yo lo sabía, por lo que ninguno de los tres se animó a entrar al pasillo; ella caminó al fondo, dio la vuelta y tan pronto dio la vuelta, se escucharon pasos dentro de la casa. Todos nos quedamos en silencio, nos miramos las caras un poco asustados, la reportera se regresó rápidamente; quien sea podría estar dentro, tanto policías como gatilleros, y aquí estamos totalmente conscientes que cuando se trata de gatilleros no hay piedad sobre nadie.
-Hora de irnos-. Dijo el reportero secamente, nadie se opuso a la propuesta, nos volteamos y comenzamos a dar zancadas más rápidas, la verdad nos apuramos mucho, continuamos andando por donde habíamos venido, no nos paramos en ningún momento, ni siquiera tuvimos la misma precaución que al principio, total, el video ya estaba hecho y salir herido se encontraba en segundo plano, teníamos lo que necesitábamos, ahora era tiempo de huir antes de que algo sucediera.
Una vez más atravesamos el camino estrecho, agachados, casi en cuatro patas, olvidamos el cansancio y anduvimos lo más pronto posible. Salimos por donde entramos y nuevamente nos tuvimos que arrastrar para poder subir a la superficie; sudados, mugrientos pero bien contentos. Nos despedimos apresuradamente de la reportera que habíamos conocido y tomamos un taxi a nuestra segunda casa, nuestro lugar de trabajo.
¿Mis zapatos? claramente mis zapatos estaban rotos, mojados, echados a perder pero ya no importaba, tenía un recuerdo guardado en la memoria, un recuerdo que duraría para siempre y que sería difícil de olvidar.
Las historias que vienen a continuación te sorprenderán...
Nuevamente te dejo este video como constancia de mis palabras. https://www.youtube.com/watch?v=PAkBmpQ_Q-Y
Espero te haya gustado tanto como a mi me gustó compartirtela. Nos vemos en la próxima...

4 comentarios:

  1. Muy entretenida la crónica, me informa sobre un acontecimiento acerca del capo más grande y a la vez la estoy viendo a través de las palabras de alguien que estuvo ahí para ver cómo hizo para escapar

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  2. Muy interesante y ademas amena. Transmites de manera muy particular emociones.

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  3. Muy buena redacción, Yo ni sabía de eso, y que miedo andar por esos lugares, que valor.

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  4. No quería comentar nada , pero

    Ya es jueves 14 de noviembre de 2019, y aquí sigo esperando lo siguiente crónica


    He confesar que no me gusta demasiado leer pero la manera en la cual redactas,
    envuelve de una manera que no puedes dejar a medias la lectura

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