Para ti que no te animas a hacer algo que deseas y para mi que por fin me estoy animando a escribir
Desde que tengo memoria, he sabido que las letras siempre han sido parte de mi vida; en la primaria cuando consecutivamente sobresalía en los concursos de lectura, en secundaria cuando ganaba competencias de poemas, de cuentos... Creo que en ese momento sabía ya a qué quería dedicarme.
A pesar de mi turbia adolescencia marcada por la desesperada necesidad de afecto materno y los complejos alimenticios, pude sobrevivir a la época de los 2000, llena de incitación a las drogas, al cutting y a todos los vicios perjudiciales para una adolescente que adolecía en todo su sentir, la triste soledad, aún con ello, refugiada en una habitación de 4x4 y sumida en el mundo fantástico de Harry Potter, el objetivo no se desvió nunca. Necesitaba ser escuchada por mas callada que fuera, que vieran lo que podía hacer y ser, por lo que tan pronto terminé tercer grado de secundaria ya pedía a gritos estudiar una carrera relacionada a las letras, las voces, los medios, así fue como realicé con buenas notas mi carrera en Ciencias de la Comunicación, tan pronto se terminaba la licenciatura y por fuerzas del destino, las cuales aún no puedo explicar, porque realmente la oportunidad llegó como por arte de magia; terminé como reportera digital en un periódico local de auge nacional:
Periódico Noroeste
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¡Pero qué suerte! decían todos mis compañeros, aún no terminábamos la universidad y yo, una de las pocas que habían conseguido una plaza en un trabajo tan escaso en nuestro bello Sinaloa, cuando me preguntaban cómo le había hecho, sonreía y luego alegaba una y otra vez que NO entendía como, y es que en realidad así lo era, yo había dado en la oficina de
Multimedia solo por casualidad, para un trabajo escolar, cuando el puesto en jefe me había hecho unas cuantas preguntas y al final de mi actividad, él había ofrecido una vacante para mi, por supuesto que dije que inmediatamente.
Se pasaron los primeros días de mi primer y nuevo trabajo, luego las primeras semanas, tan pronto llegaban los primeros 3 meses cuando tuve que ser testigo de un evento inorfotuno. Mi primer acercamiento a una escena de guerra...
Lo que vas a leer a continuación son relatos, ocurridos en el proceso de mi crecimiento como profesionista. Espero poder explicar con la claridad pertinente, para que seas tú también testigo de mis vivencias.
Fue un sábado 4 de agosto por allá en el 2013, cuando a las 8 de la mañana llegué a mi oficina que también era una cabina de radio, repleta de cámaras, computadoras y otras cosas más de logística audiovisual; saludé a mi compañera, quien cubría el turno de 6 de la mañana, podía ver sus ojeras, luego me senté, prendí mi ordenador iMac, le saqué la típica plática de siempre, de cómo había amanecido la web del periódico, que noticias nuevas teníamos y todas esas cosas que habían venido formando parte de nuestra rutina sabatina. Eramos godines pero también eramos de la calle, yo amaba la calle.
Tan pronto abrimos una bolsa de papas, cuando una llamada llegó "Ring" "Ring", -yo contesto- dijo mi compañera, -seguro pusimos algo mal en la web y otra vez nos van a cagar-. Yo reí tontamente, luego de pronto silencio, y "Anita" porque así le decíamos de cariño, comenzó a escribir rápidamente, su cara tiesa y la pluma a una velocidad que apenas notaba lo que escribía. Colgó el teléfono y volteó a verme con la misma expresión seca. Acaba de haber una balacera en la colonia que está detrás del Soriana Zapata, ya terminó, pero aún queda parte de la escena que grabar ¿Vas?; me preguntó un poco insegura de mi respuesta, !Voy! contesté animada. Me emocioné tanto, era mi primera vez en una nota roja.
"Espera al reportero y al fotógrafo, ellos también van contigo"-.
Alisté mi mochila, eché un bule de agua, un pañuelo, mi cámara, tomé el tripie, el más liviano y salí de la oficina, con mi gafete, orgullosa de lo que pronto sería testigo; en unos minutos un taxi nos llevaría al lugar de los hechos.
Llegaron mis compañeros, nos saludamos con la mirada y bajamos en silencio a la entrada, puesto que como había pensado ya estaban esperándonos.
-¿A dónde los llevo, jóvenes?-. Preguntó un conductor de pelo blanco.
-Al Soriana Zapata, por favor. Respondió el reportero del periódico impreso.
El recorrido, estuvo lleno de todas las escenas posibles que nos podíamos encontrar, de si habría muertos, si habría muchos agentes policíacos, bueno... todo era imaginación.
-Aquí los dejo jóvenes, el camino está tapado-.
Bajamos del Tsuru, y a continuación lo que observé me dejó perpleja, se me enchinó la piel y hasta un fugaz pensamiento llegó a mi "Dios mío" ¿Qué hago aquí?
La escena era de película, el cielo pintaba dos helicópteros de la policía federal rondando las cuadras aledañas a bajo vuelo, el zumbido impresionante. Una nube densa gris oscuro se pronunciaba en el centro del panorama. Sabíamos que era parte de la peligrosa escena, pero no sabíamos qué era. Caminamos en silencio y puedo decir que quizá con un poco de miedo. Tan pronto nos acercábamos, podíamos ver la magnitud de los hechos, estábamos a unas 4 cuadras, y aquí en el "Soriana Zapata" muy conocido en la Ciudad de Culiacán, estacionadas todas las corporaciones policíacas y de protección: Cruz Roja, Protección Civil, Policía Municipal, Policía Estatal, Federal, grupo especializado Elite, peritos y hasta soldados.

Entramos al perímetro blindado con la cinta amarilla, los agentes al mirar nuestros gafetes, se hicieron a un lado para dejarnos pasar,caminamos confiados en que verdaderamente todo había acabado, el silencio se hizo presente, una cuadra, dos cuadras, tres... todo iba en Zoom In, como mirar por un lente de una cámara fotográfica; el ambiente tenso, el zumbido de los helicópteros rechinaban los oídos, de fondo el parloteo de las radios de los gendarmes, la nube gris más grade, densa y el olor a petroleo quemado se hizo presente.
Habíamos llegado a la zona de hechos, tan pronto mi cerebro procesó lo que veía, un escalofrío estremecedor recorrió mi cuerpo, de frente un par de soldados corriendo fuera de la cinta amarilla, en el fondo dos automóviles prendidos en llamas, una camioneta y un auto pequeño, y por un lado un sujeto sin vida tendido en el asfalto, sin zapatos y un arma de alto calibre.
Los latidos del corazón se aceleraron, adrenalina pura. Era la primera vez que era testigo de un asesinado, yo, recién egresada, inmadura aún para mi edad, estaba ahí rodeada de puros compañeros hombres de otros medios locales, casi todos de avanzada edad, era pues, la única mujer presente, además la más pequeña de todos...
A temblores instalé el tripie, la cámara, el micrófono y todo lo necesario para comenzar con mi grabación, enfoqué el auto en llamas, los elementos policíacos rondando, por último con pena y miedo, el sujeto muerto. Sentía realmente pena y algo de dolor, grabar su cuerpo extendido sin zapatos,desangrándose, siendo objeto de todas las miradas. Se trataba de una persona, de un humano y grabarlo así me parecía ofensivo a pesar claro, de haber dedicado su vida a la delincuencia organizada.

Pronto llegaron los peritos, con su traje de astronauta blanco, tocando y moviendo al sujeto, el arma, los zapatos, el chaleco antibalas, todo era de ellos en ese momento, yo captaba en vídeo todo lo que podía, cada detalle, que pudiera observar, y transmitir a quienes en ese entonces eran nuestra audiencia. Noté por supuesto que ningún familiar, amigo o conocido se presentó en el lugar, era de nadie, era de la mafia. "Pertenece al cartel de Sinaloa, estos pendejos se enfrentaron con los guachos" escuché a lo lejos". Yo seguía grabando, estaba ahí para eso.
De pronto, una llamada llegó a mi móvil, era mi compañera, angustiada, pidiendo que saliéramos de ahí inmediatamente puesto que, según el informe policial, la persecución a pie no había terminado ¿Cómo que no ha terminado? le pregunté. -No, ya venté, sal de ahí de verdad es peligroso-. Sus palabras no me pegaron más duro de lo que yo ya me sentía, estaba ahí, de todas formas rodeada de policías, y con mis compañeros, no me quedó de otra más que quedarme.
Pasaron los minutos, luego las horas, esperando ser testigos de algún incidente más que pudiera llenar la semblanza de mi vídeo; hacíamos algunas entrevistas a los de la colonia, quienes contaban el terror de correr hacia abajo de la cama para esconderse de los balazos; luego ya enfadados, alguien comentó que era hora de irse, y una sensación de descanso llegó a mi, ¡Al fin! pensé. Apagué la cámara, guardé el micrófono, me puse de nuevo la mochila y seguí a mis compañeros, quisimos pasar la cinta amarilla y un agente nos paró de en seco. -Nadie puede salir ni entrar, están cateando una casa por allá-. Y señaló con el dedo hacia un punto ciego para todos nosotros. Nos miramos las caras, hambrientos ya, cansados por el sol, hartos, pues las 2 de la tarde ya se asomaban al reloj. Fuimos a sentarnos debajo la sombra de un árbol. Pronto vimos a dos soldados andar por el techo de unas casas, luego llegó el sargento en puesto, dio una breve conferencia, la cual no alcancé a grabar, donde decía las personas muertas y heridos hasta el momento: 5 muertos y 2 heridos.

Mi corazón se había tranquilizado un poco, pero el nerviosismo no había disminuido, me sentía ansiosa, en alerta...
Por fin pudimos alejarnos de la zona de guerra, pedimos un taxi, con un trayecto en silencio, no había palabras, me sentía muda, en shock. Al llegar a la cabina, respiré un poco voltee a ver a mi compañera y simplemente le dije: -Ha sido mucho para mi-. Realmente no lo podía procesar... Me miró con angustia y me respondió: -estarás bien. Bienvenida al periodismo-.
Estas experiencias han quedado grabadas en mi memoria para siempre, marcaron el inicio de mi vida profesional... Espero realmente haberte emocionado tanto a como mi, pronto te contaré las demás<
Dejo este video como constancia de la veracidad de mis palabras-
Nos vemos en la próxima.
https://www.youtube.com/watch?v=9sYW67SmonE
Que bueno que te animes a escribir Moni, tantos recuerdos y tantas historias valen la pena ser contadas y ser leídas. Mucho éxito!
ResponderEliminarQue padre Mony,muchas felicidades por atreverte hacer algo que te gusta,eres una mujer muy profecional y seras exitonsa en todo lo que te propongas,me gusto mucho esta anecdota y espero la siguiente para seguir leyendote,felicidades
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAl fin conozco esta parte tí moniquita...
ResponderEliminarMe parece excelente que encontraras una forma de dar a conocer un tema tan controversial y cada vez más común a través de tu propia experiencia.
Común por la cantidad de recreaciones que hay sobre el asunto en el cine a pesar de lo real que aún que existe en las calles; pero sobre todo me da mucho gusto que estés aprovechando tus habilidades en el tema. Ya era hora.
Enfrentaste una realidad que para muchos es poco tangible y que para otros tantos sigue siendo un vivir continuo, sin duda de gran importancia.
Qué bien que después del shock emocional todos esos sentimientos indescriptibles... incluido el conocimiento de una variante del miedo fueran superados.
Prueba de ello es justo que puedas expresarlo en este texto. Te doy gracias por dejarme conocer un lado más de Mónica del cual estoy segura sacarás mucho más provecho, y que sin duda seguirás mejorando.
Sigo al pendiente :*
*-* Gracias por leerlo karina y por tus palabras, te quiero, te extraño y ya quiero verte
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